
Lo recuerdo como si fuera ahora. Fue un instante mágico, que cambió mi vida por completo. Ese fue el principio de lo que estoy viviendo hoy. Hablábamos largo y tendido. Una, dos, tres y hasta 6 horas seguidas. Todo el tiempo era poco. Las horas se consumían sin apenas percibirlo. Fueron días de confesiones, de alegrías, de tristezas. Compartimos anécdotas, vivencias y algún que otro secreto. Llegamos a entendernos con sólo una mirada. Fue tan especial....
Y llegó el primer beso. Dulce, salado, intenso. Sin duda, inolvidable. Sus labios se sellaron con los míos en una noche lluviosa, fría y melancólica. Tras unos segundos que parecieron eternos, nos miramos a los ojos y nos abrazamos con cariño. Fue el primero de muchos otros, pero el más especial, el que recordaré toda mi vida. Entendí que besar es un lenguaje universal y me sentí dichosa.