lunes, 24 de diciembre de 2007

Lágrimas


Lloro. Lloro como cada Nochebuena. Lloro porque el tiempo pasa sin apenas darme cuenta. Lloro porque los que se han ido nunca volverán. Lloro porque se cierra un ciclo, un año lleno de sorpresas. Lloro porque me duele el alma. Lloro porque lo siento. Y soy así, y no lo puedo evitar.
Feliz Navidad a todos las madres, a todos los hijos.


domingo, 23 de diciembre de 2007

Recuerdos....

Son fechas para recordar. Ahora más que nunca, la gente se pone a hacer balance de todo el año... y, la mayoría, de toda la vida. Es el momento para echar de menos a los que ya no están y de ponerse a buscar en el cajón del olvido para rescatar aquellos instantes mágicos.
Vivimos el presente con ansias de futuro. Esperamos que lleguen las vacaciones, la fecha de un viaje, un aniversario, un acontecimiento.... y se nos pasa el hoy pensando en el mañana. Una pena, porque lo único que nos pertenece es el presente y, por supuesto, el pasado. Lo que no vivamos ahora no dejará huella en los recuerdos. Y si no hay recuerdos, ¿qué nos queda?
Echo de menos la inocencia de la infancia. Jugar y reír sin importarnos nada más, sintiéndonos protegidos por nuestros padres y aprovechando todos los momentos. Así es la vida.... una carrera imparable hacia la madurez. Un sendero dulce que se torna amargo conforme crecemos. Una búsqueda de la felicidad....

lunes, 17 de diciembre de 2007

Respiro


Lo digo con la boca grande: respiro. Pensaba que siempre iba a tener esa sensación de vacío, de añoranza y de inseguridad. Pero hoy por primera vez siento que me llega suficiente oxígeno como para mirar con optimismo al futuro. Hoy lo que me dictaba la cabeza ya lo empieza a entender el corazón. En cierta manera me siento liberada, aunque es inevitable dejar de pensar en él en algún momento del día. En el fondo, aún tengo la esperanza de que vuelva, de saber que no se ha ido. Pero sé que no puedo seguir así y por eso.... le planto caro a los recuerdos y quiero vivir mi presente, sin rencores, pero con la vista puesta en el mañana.
¿Es un paso, no? Empieza mi nuevo sendero....

lunes, 10 de diciembre de 2007

Miradas perdidas

Se acabó. Ahora sólo me queda el olvido. Lo intenté con todas mis fuerzas pero no fui todo lo sincera que él se merecía y se cansó de esperar. Me lo prometió. Me dijo que me esperaría toda su vida pero su orgullo pudo con todo y rompió su promesa. De esto hace casi una semana. Y hasta hoy no he tenido 'humor' para escribir. Intento buscar su mirada entre mis recuerdos pero siempre está de espaldas. Son miradas perdidas. Miradas que un día se entendieron como si fueran almas gemelas.
Tropiezo y caigo de bruces... Y, aunque duele, ya he dado el primer paso para levantarme. Sin prisas pero con calma.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Qué más puedo pedir

Qué difícil es resumir en 365 palabras todo lo vivido en un año. Dolor, alegría, pena, felicidad, sufrimiento, ilusión, encuentros, desencuentros… Sin duda, el 2007 ha sido un año que ha marcado mi vida. Arrancó teñido de tristeza, de un gris ceniza que lo impregnó todo a mi alrededor: familia, amigos, amor y trabajo. Ni siquiera me sentí con fuerzas para desear nada. Sólo que el tiempo pasara. Rápido, sin miramientos. Cuando una persona se marcha, después de haber luchado tanto por la vida, después de darnos a todos una lección de entereza, sacrificio y valentía, no se puede esperar nada más. Es en esos momentos cuando te das cuenta de que la vida hay que vivirla hasta el final, exprimiendo cada minuto como si fuera el último.

Llegó la primavera como una brisa fresca y un amor llego a su fin. Hoy sé que para siempre. Los días nostálgicos, de enorme soledad, se fueron diluyendo con nuevos propósitos. No más lloros, no más encierros voluntarios, no más culpabilidad. Le planté cara a mi estado de ánimo y, de repente, vi la luz. Primero, encontré trabajo; después, llegaría un nuevo amor. Cuando todavía mi corazón no estaba preparado, llegó él. Sin preguntar, sin darme cuenta. Así es el amor. Impredecible, puro, intenso, sincero.

Con el final del verano, llegó la despedida. Miles de kilómetros se interpusieron entre nosotros, por no hablar de las diferencias culturales, religiosas e ideológicas. Pero cuando se ama de verdad, no hay distancia. Las únicas barreras existen en nuestro interior. Lo comprendí hace unos días cuando compré una bola del mundo. Mi primer impulso fue hacerla girar, cerrar los ojos y detener el dedo en un punto del mapa. El destino me llevó a Brasil. Me sentí dichosa.

Más tarde, apareció el otoño con la caída de las primeras hojas secas. Y la melancolía se apoderó de mi ser. Las horas se hacían interminables sin recibir noticias. Mis ojos se cegaron de tristeza y así hasta hoy. Sigo sin saber nada pero cada vez le siento más cerca. Cuando las dudas me asaltan hago girar la bola y me dejo llevar. Me siento viva. Soy feliz. Qué más puedo pedir.

La bola del mundo

Hace unos días pasé por un escaparate engalanado con detalles navideños. Cada año, los comercios adelantan la Navidad como un reclamo de consumo. Me gustan estas fechas porque me hacen sentir bien. La familia cobra fuerza en estos días nostálgicos y hogareños, y un espíritu solidario inunda los corazones de la gente. Es sólo una apariencia pero, al menos, durante unos días al año el egoísmo y otras tantas ambiciones quedan en un segundo plano.
Entre papá noeles, ángeles y luces de colores, la vi. Y, aunque nada tiene que ver con la Navidad, me llamó la atención y un impulso me llevó a entrar a la tienda. Era una bola del mundo. La cogí en mis manos y la hice girar. Cerré los ojos y dejé caer el dedo. Los volví a abrir. Brasil. En ese preciso momento, me sentí dichosa. Podía estar aquí o allí con tan sólo girar la bola y dejar volar mi imaginación. Grandioso. Salí de la tienda con la bola bajo el brazo.
Entonces comprendí que soy feliz, que soy libre y que las únicas barreras están en nuestro interior.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Cuando la distancia nos separa


Dicen que cuando la distancia nos separa el corazón nos une. Pero, a veces, necesitas un mimo, una caricia, un abrazo... algo que te haga sentir que estás viva, que respiras. Por eso el día se te hace cuesta arriba cuando no percibes ni su aliento. Sigo sin saber nada de él. Pasan los días y nada. Hoy más que nunca lo necesito a mí lado, pero no está ahí. Hoy he llorado mares de lágrimas, me siento sola y decepcionada. Necesitaba saber que el corazón nos sigue uniendo pero cada vez más se impone la distancia. Quizás tenga que ser más racional, pensar con la cabeza y no con el corazón.