domingo, 25 de noviembre de 2007

El primer beso


Lo recuerdo como si fuera ahora. Fue un instante mágico, que cambió mi vida por completo. Ese fue el principio de lo que estoy viviendo hoy. Hablábamos largo y tendido. Una, dos, tres y hasta 6 horas seguidas. Todo el tiempo era poco. Las horas se consumían sin apenas percibirlo. Fueron días de confesiones, de alegrías, de tristezas. Compartimos anécdotas, vivencias y algún que otro secreto. Llegamos a entendernos con sólo una mirada. Fue tan especial....
Y llegó el primer beso. Dulce, salado, intenso. Sin duda, inolvidable. Sus labios se sellaron con los míos en una noche lluviosa, fría y melancólica. Tras unos segundos que parecieron eternos, nos miramos a los ojos y nos abrazamos con cariño. Fue el primero de muchos otros, pero el más especial, el que recordaré toda mi vida. Entendí que besar es un lenguaje universal y me sentí dichosa.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Vale más que mil palabras

Un beso vale más que mil palabras. O una caricia. O una mirada. Cuando arde la pasión cualquier gesto es significativo. La barrera del idioma podría haberse interpuesto entre nosotros pero los sentimientos pudieron más y triunfaron. Si una palabra se atascaba dentro de mí por no poder expresarme en otra lengua, se lo hacía saber de mil maneras: con una sonrisa, con un guiño, con un abrazo.... y él me entendía, comprendía lo que yo quería transmitirle. Es tan difícil comunicar cuando no dominas una lengua que tienes que convertirte en un auténtico experto de la comunicación no verbal. Besar para decir 'no puedo vivir sin ti', acariciar para decir 'te necesito aquí, cerca, junto a mí', abrazar para decir 'ya te estoy echando de menos'.
Qué duro es enamorarse de alguien tan dispar a ti en lo aparente, en lo visible, en lo superficial, pero tan idéntico en lo interior, en lo íntimo, en lo profundo. Es una apreciación que muy pocos son capaces de vislumbrar pero yo lo vi claro desde el primer día. Mis ojos me llevaron a conocerle mejor y más allá de 'lo correctamente social', me enamoré de lo más oculto de su ser. Pero ¿quién podría entenderlo? Ni familia, ni amigos... No les culpo. Si no lo hubiera vivido en mis propias carnes tampoco lo entendería. Son demasiadas normas sociales, demasiadas creencias. Por eso me siento tan sola, tan incomprendida, tan a la deriva. Este blog me sirve de flotador para seguir, sin rumbo fijo, pero con vida.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Piel divina



Su piel es tan fina como la seda. Una sola caricia es suficiente para sentir su finura, su delicadeza, su magia. Casi da miedo tocarle por si esa armonía innata pudiera desaparecer. Sus ojos negro azabache contrastan con su tez morena. Inquebrantable. Envidiable. Más que humano, parece una deidad suprema. Podría ser Adonis, el Dios de la vegetación que con su belleza juvenil le robó el corazón a la mismísima Afrodita. Una historia de la mitología griega que se repite siglos después. Quién fuera diosa en pleno siglo XXI.

Nada

Una llamada. Un mail. Un mensaje. Nada. Desde hace unos días no recibo noticias. Es como si se le hubiera tragado la tierra. Se ha esfumado.Y duele. Duele mucho porque pienso en él cada hora, cada minuto, cada segundo. Y me hiere el alma porque le quiero, porque no puedo vivir sin él, sin saber que está ahí, aunque sea a miles de kilómetros de distancia.
Dicen que el amor no entiende de religión, ni de cultura, ni de ideología, ni de nada. Yo lo entendí hace unos meses. Antes ni me lo hubiera planteado. Pero el amor viene como una ráfaga de aire fresco y te envuelve con su esencia hasta que te atrapa. Y su aroma me embriaga y se adhiere a cada poro de mi piel. No puedo vivir sin saber nada de él. No responde a mis llamadas, no contesta a mis mensajes. Estoy desesperada. Le amo.
Mis peores presagios me acompañan. Temo que su corazón haya dejado de latir por el mío. Temo que se haya cansado de esperar. Temo que nuestra historia llegue a su punto y final. Temo porque no sé nada.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Negro azabache



Sus ojos son del color del azabache. Negros como la noche sin estrellas. Negros como una tormenta en el desierto. Negros. Rasgados. Profundos. Intensos. Una sola mirada. Basta con una sola de sus maridas para atraparte. Negros. Con fuerza. Con luz. Con brillo. Un guiño. Tan sólo un guiño para fulminarte. Negros. Transparentes. Imponentes. Sinceros. Cierro mis ojos y sólo pienso en los suyos. Sueño con encontrármelos al despertar. Sueño. Sueño. Sueño. Sueño con el negro azabache para no olvidarlos.

Mariposas

Me ahogo. Me falta el oxígeno cuando pienso en él. Han pasado tres meses desde la última vez que le vi. Y me sigue oprimiendo el corazón como el primer día. Dicen que cuando sientes revolotear mariposas en el estómago es que estás enamorada. Eso dicen. En mi caso, las larvas se convirtieron en gusanos de seda y éstos, a su vez, en espléndidas mariposas. Todo fue muy rápido. En cuestión de semanas, su sonrisa inmaculada me cautivó y me robó el alma.

………………….. Aquí comienza mi historia. Una historia llena de ires y venires. Un relato repleto de alegrías y tristezas en la que los sentimientos mandan.