domingo, 2 de diciembre de 2007

Qué más puedo pedir

Qué difícil es resumir en 365 palabras todo lo vivido en un año. Dolor, alegría, pena, felicidad, sufrimiento, ilusión, encuentros, desencuentros… Sin duda, el 2007 ha sido un año que ha marcado mi vida. Arrancó teñido de tristeza, de un gris ceniza que lo impregnó todo a mi alrededor: familia, amigos, amor y trabajo. Ni siquiera me sentí con fuerzas para desear nada. Sólo que el tiempo pasara. Rápido, sin miramientos. Cuando una persona se marcha, después de haber luchado tanto por la vida, después de darnos a todos una lección de entereza, sacrificio y valentía, no se puede esperar nada más. Es en esos momentos cuando te das cuenta de que la vida hay que vivirla hasta el final, exprimiendo cada minuto como si fuera el último.

Llegó la primavera como una brisa fresca y un amor llego a su fin. Hoy sé que para siempre. Los días nostálgicos, de enorme soledad, se fueron diluyendo con nuevos propósitos. No más lloros, no más encierros voluntarios, no más culpabilidad. Le planté cara a mi estado de ánimo y, de repente, vi la luz. Primero, encontré trabajo; después, llegaría un nuevo amor. Cuando todavía mi corazón no estaba preparado, llegó él. Sin preguntar, sin darme cuenta. Así es el amor. Impredecible, puro, intenso, sincero.

Con el final del verano, llegó la despedida. Miles de kilómetros se interpusieron entre nosotros, por no hablar de las diferencias culturales, religiosas e ideológicas. Pero cuando se ama de verdad, no hay distancia. Las únicas barreras existen en nuestro interior. Lo comprendí hace unos días cuando compré una bola del mundo. Mi primer impulso fue hacerla girar, cerrar los ojos y detener el dedo en un punto del mapa. El destino me llevó a Brasil. Me sentí dichosa.

Más tarde, apareció el otoño con la caída de las primeras hojas secas. Y la melancolía se apoderó de mi ser. Las horas se hacían interminables sin recibir noticias. Mis ojos se cegaron de tristeza y así hasta hoy. Sigo sin saber nada pero cada vez le siento más cerca. Cuando las dudas me asaltan hago girar la bola y me dejo llevar. Me siento viva. Soy feliz. Qué más puedo pedir.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En cierta manera me he sentido identificada con tu relato y me alegra saber que para ambas el 2008 será mucho mejor, o eso espero

un beso!

Tera dijo...

Hola Musi, qué alegría saber que hay alguien que se siente como yo. Mucho ánimo y Feliz 2008!!!

Tera

இலை Bohemia இலை dijo...

Que bien has resumido todo...

Besos

D. Herque dijo...

No todo el mundo tiene la capacidad de pasar el arel de una manera tan sencilla y natural a el calendario que se acaba…y dejando a un lado los momentos amargos, hace borrón de esos instantes que fueron hojas secas y se queda con el grano de los instantes felices y, sin necesidad de la prueba del nueve, se sabe…se siente…se reconoce feliz.

Mi enhorabuena por esa capacidad de dejar atrás las cosas amargas y afrontar un nuevo calendario con la sonrisa en la boca y las manos extendidas:

“dando”

y sin pedir nada a cambio.

Un saludo.